viernes, 26 de febrero de 2016

MARISA MARTÍNEZ MARTÍN


MARISA MARTÍNEZ  MARTÍN

Atleta olímpica en Atlanta 1996
«Los Juegos son inolvidables, es lo que más llena de ilusión»
«La experiencia en los Juegos fue una pasada, sobre todo la inauguración. Parecíamos hormigas en el estadio»



Marisa Martínez Martín nació en Montijo, hija de Pedro Martínez Serrano, de la saga de los Martínez de Montijo, industriales-carniceros, y de María Martin. Marisa es la pequeña de los hermanos, Pedro y Alejandro.

Estudió en el C.P. Virgen de Barbaño donde siempre destacaba en las actividades físicas y deportivas.

Actualmente es ama de casa, tiene 3 hijos (dos niños y una niña) y está bastante desvinculada del atletismo. Vive en Valdelacalzada donde está casada con un industrial de la localidad que regenta un Bar en la plaza.

Palabras de Marisa Martínez Martín
La historia de esta mujer está repleta de méritos y sacrificios, y han sido escasamente valorados por las administraciones y entidades extremeñas, como ha ocurrido con otros muchos deportistas.

Del Periódico Hoy (26-7-2012)” Aquellos maravillosos años”, entresacamos estos datos  bibliográficos de la atlética montijana:

Marisa Martínez (Montijo, 28 /12/1972) compitió en los Juegos de Atlanta 96 en la modalidad de 5.000 metros. Fue además, junto a Borrega, la primera atleta extremeña en participar en unos Juegos. La carrera de Marisa ha sufrido muchos altibajos debido a diversos problemas, entre ellos el peso. «No fue un camino de rosas», asegura. Por ser madre muy joven pusieron en entredicho su continuación en el atletismo, pero Marisa demostró que podía con los entrenamientos, su familia y todo lo que se le pusiera por medio. «He entrenado mucho tiempo sola y es una satisfacción enorme el poder estar en unos Juegos».
De esta manera tan sacrificada, consiguió clasificarse para competir en Atlanta gracias al apoyo de su entrenador y de su familia. «Todo lo que me pasó fue como una carrera de obstáculos», declara Martínez. «La experiencia en los Juegos fue una pasada, sobre todo la inauguración, la cual fue caótica, corriendo de un lado para otro. Parecíamos hormigas en el estadio», afirma Marisa. Otro detalle que le llamó mucho la atención a la atleta fue conocer a grandes deportistas como Raúl González Blanco, exjugador del Real Madrid, a los que hay que añadir a compañeros extremeños como Juancho Pérez o Nuria Cabanillas. Por otro lado, Marisa reconoce que las equipaciones olímpicas de Atlanta eran más elegantes que las actuales, aunque admite que la llevaría si tuviera que volver a competir
Esta montijana consiguió obtener las marcas necesarias que le garantizaban un pase para los Juegos, aunque reconoce que llevaba una marca discretísima que le impedía siquiera luchar por obtener una medalla olímpica.
Esta atleta siempre ha entrenado en Extremadura, con un entrenador extremeño y en pistas de la comunidad. No ha tenido la necesidad de salir fuera en busca del éxito, porque no quería dejar atrás la tierra que la vio crecer.
Esta decisión determinó mucho su carrera, debido a que por aquel entonces Badajoz no contaba con buenas pistas donde poder entrenar diariamente. Por ello corría en las pistas de Valdelacalzada, lugar donde ahora vive, a lo largo de un camino de 2 kilómetros. Según cuenta, se recorría una y otra vez el mismo camino de 2.000 metros hasta correr los 20 kilómetros que se exigía ella misma como entrenamiento diario.
«Hiciera frío o lloviera, yo siempre estaba en esa pista de 2 kilómetros, porque no había otra donde pudiera entrenar», comenta Marisa.
Cuando a los 23 años se le planteó el reto de ir a unos Juegos, Marisa ya tenía un hijo de corta edad. «Esto suponía un sacrificio mayor porque tenía que entrenar, cuidar a mi hijo y realizar las tareas del hogar. Ahora lo pienso y no sé cómo pude organizarme para llevar todo al día».
Cuenta una anécdota que refleja la situación de las mujeres deportistas extremeñas de hace algunos años; «cuando me quedé embarazada de mi primer hijo, la Junta de Extremadura me quitó 100.000 pesetas de la beca que me habían dado por ganar campeonatos. Lo malo es que la segunda vez que me volví a quedar embarazada años después me volvieron a quitar, de nuevo, la misma cantidad». Afortunadamente esta situación ha cambiado.
«Me gustaría en un futuro entrenar a los jóvenes para aficionarlos por este deporte, pero los niños ya solo quieren jugar a la consola y quedarse frente al ordenador. Y el atletismo es un deporte muy sacrificado, necesita constancia».

Su experiencia olímpica fue inolvidable, aunque hay un ‘pero’ que aún no logra olvidar, y es la ausencia de su entrenador en la competición olímpica. «Él no pudo costearse el viaje y por eso no pudo venir conmigo a Atlanta. Sólo los atletas más prestigiosos consiguieron que sus entrenadores fueran con ellos, pero ese no fue mi caso».

A Marisa se le recuerda con cariño y aprecio en Montijo, como persona, como deportista y por todo aquello que ha sabido dar con su ejemplo y tesón. Montijo se siente orgullosa de su atleta.


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