BLAS GRAGERA ARROYO

BLAS GRAGERA ARROYO

Un gran profesional de la sastrería y una excelente persona.

Nació en Montijo el 24 de septiembre de 1.940, hijo de Alfonso Gragera Gómez y María Arroyo. Fueron sus hermanos Ana, Pedro, Catalina e Inés.

Vivieron en la calle Donoso Cortés, 15 (calle frente a las que fueron las últimas instalaciones de Talleres Albarrán.

Blas, como todos los niños y niñas de su época le toca vivir una infancia difícil, son los años de la posguerra, aquellos de las escuelas unitarias con sus pupitres de dos plazas, sus pizarras  individuales y pizarrín, sus punteros , los mapas de España, la ayuda alimenticia para los niños en forma de “leche” en polvo y un queso color anaranjado, que venía en latas doradas, cilíndricas…años de abandono escolar, de falta de infraestructuras y de medios…años de dificultades, años díficiles.

Blas hizo los estudios primarios, aquellos que todo padre aspiraba para sus hijos, leer , escribir  y las cuatro reglas...y como la mayoría en cuanto pudo iniciaba un oficio.

Las mayoría de los niños aspiraban a aprender un oficio entrando como aprendiz en las distintas profesiones zapatero, carpintero, barbero…

Blas desde muy pequeño sintió la vocación de aprender el oficio de sastre. Hijo y hermano de agricultores, él siente su vocación hacia la costura, hasta tal punto que desde los once años, después del colegio, corría a la sastrería a ver coser a la sastra y a las costureras. Blas nace para ser sastre, le gustaba coser.

Comenzó a aprender el oficio de sastre con Pedro Antolín, a los 12 años, como aprendiz y cobrando una peseta, cuando un traje hecho costaba 300 pts. El taller estaba  en la Plaza Bravo Murillo, dice que “Antolín fue un buen maestro, pero que Ana, su madre fue mejor”.

Blas siempre trató de alcanzar la mejor preparación y formación en su profesión. Años después, cuando se independizó continuó formándose a distancia. Estudio Corte y Confección para profesionales en una academia de Barcelona.

Sin la menor duda su formación poco a poco adquiere un gran nivel profesional que acompañado de su gran vocación hace que se convierta en un gran sastre. El trabajo bien hecho, el placer que siente en su trabajo, sus cualidades personales, la importancia que le da al trabajo bien hecho, el cuidar los detalles…hacen que ocupe un lugar destacado en la profesión.

Contare matrimonio con Teresa López Marín y tienen dos hijos Miguel Ángel e Inés María. Montó su propio negocio, a pesar de no ser tiempos fáciles, se defiende bien, poco a poco la confección se va imponiendo y eso se nota en los trabajos de artesanía, en lo trabajos “hechos a medida”. Cuenta con la ayuda de su esposa Tere, siempre muy unidos y excelente colaboradora en su ámbito profesional.

Tere, su esposa de la que se siente enamoradísimo y por la que sentía una gran admiración.
El matrimonio Blas y Tere vivieron siempre en la calle Senador Piñero, 17.

Como complemente a su labor abarca los tejidos y su negocio va dándole su modus vivendi a pesar de que con el tiempo las profesiones artesanales en todos los sectores sufren las dificultades propias de los nuevos cambios.

Blas era muy conocido como “Blas, el sastre” y posiblemente haya sido uno de los últimos artesanos del oficio en la localidad de Montijo. Oficio nada fácil y que se conocía con el nombre de sastrería.

El oficio de sastre, la sastrería, es un arte, consiste en crear prendas de vestir principalmente masculina (traje, pantalón, chaleco) de forma artesanal y a medida, diseñado exclusivamente para el cliente…pero teniendo en cuenta las características del cliente de forma tal que la adaptación al cuerpo era fundamental  así como a las circunstancias de la persona sean tenidas en cuenta.

El sastre tenía que  asesorar a los clientes, que eran quienes decidían y en función de unos parámetros como eran el precio, el tipo de tela y el diseño más convenientes en cada caso…

Todas estas circunstancias que había que conjugar era las que debía manejar a la hora de hacer su trabajo y Blas dominaba ese arte siendo número uno en su profesión.

Pero junto a esa gran profesionalidad que tenía y a las muchas cualidades en las que destacaba en su oficio, en verdad, en verdad, lo que cautivaba de Blas era ser una excelente persona, muy cariñoso, gran conversador, siempre con la sonrisa en los labios, reunía por su forma de ser, por su simpatía, un aprecio  en la localidad. Muy amigo de sus amigos y muy cercano a todos en general.

Reunía una serie de virtudes como personas y una facilidad en el trato con sus semejantes que siempre tenía la frase adecuada para alegrarle a cualquiera el día. Siempre esa palabra cariñosa, esa sonrisa amable. Era único.

Junto a su actividad profesional, Blas tenía dos grandes aficiones:

Por una parte, la música y así entró a formar parte de la Coral Polifónica de Montijo en 1985, donde permaneció veintidós años y donde siempre se sintió feliz en cuantas actividades participaba.

Por otro su gran afición a caminar. Era un extraordinario “andarin”. Le encantaba dar largos paseos diariamente y así te lo encontraba con frecuencia practicándolo.

Una rápida enfermedad se lo llevó pero sigue vivo en el recuerdo de todos aquellos que tuvimos la suerte de conocerlo y sentirlo como amigo.

Por todo lo expuesto y especialmente por su gran calidad como persona, como homenaje, por otra parte, a aquellas viejas profesiones artesanales que se están perdiendo, traemos a Blas, “El Sastre” a Retazos bibliográficos de personajes de Montijo . donde con todo el cariño le recordaremos siempre.

Fuente:

Información familiar (que agradecemos).